lunes, 3 de febrero de 2014
CAPITULO 34
El chorro de agua caliente de la ducha
azotaba el rostro de Pedro que, con las
manos apoyadas en la pared de mármol,
intentaba apartar de sus pensamientos a
la sexy ninfa que había dejado en la
cama.
Eran las cinco de la mañana,
demasiado temprano para despertarla
con la clase de beso que tenía en mente.
Tenía que dejarla descansar un poco,
sobre todo después de que hubiesen
vuelto a hacerlo a las dos de la madrugada.
Paula era increíble, como la química
que había entre ellos. Desde la noche en
que la había conocido había sabido que
era lista. Lo había impresionado su
habilidad para hablar de casi cualquier
tema y dar siempre su perspectiva única
y de encontrarle el toque humorístico a
las cosas.
Pero ahora que estaba empezando a
relajarse y tomarse aquel periodo de
prueba de otra manera, ahora que estaba
abriéndose a él, lo tenía completamente
fascinado.
Y lo mejor de todo era que, como los
dos querían lo mismo y no tenían
fantasías románticas, podía disfrutar de
cada momento sin preocuparse de que
ella llegara a hacerse ilusiones equivocadas.
Ninguno de los dos quería otra cosa
que no fuera lo que ya tenían. Bueno, eso
no era cierto del todo; él quería más,
quería que dejaran atrás ese periodo de
prueba junto con las dudas que aún
hacían vacilar a Paula.
Y quería tener hijos con ella. Por
algún motivo lo excitaba tremendamente
imaginarla embarazada de él.
De repente, sintió detrás de él como
una brisa fresca que se abriera paso
entre el vapor, y un instante después los
esbeltos brazos de Paula le rodeaban la
cintura, y sus senos, cálidos y con los
pezones endurecidos, se aplastaban
contra su espalda.
—Buenos días, señor Alfonso—
murmuró, haciendo una pausa para darle
un lametón en la espalda—. ¿Creías que
ibas a marcharte sin mi beso de buenos
días?
Pedro se volvió y la asió por las
nalgas, atrayéndola hacia sí. Estaba muy
sexy con todo el pelo revuelto de acabar
de levantarse, y su piel húmeda y
desnuda era una tentación que no estaba
seguro de poder resistir.
—Ni se me había pasado por la
cabeza —respondió con voz ronca.
Bajó la cabeza para tomar su boca
con un profundo beso con lengua, y de
inmediato su cuerpo se puso rígido de
deseo y todo pensamiento racional
abandonó su mente, salvo todas las
maneras creativas de hacer que gimiese
su nombre durante los próximos sesenta
minutos. El trabajo podía esperar.
—¿Acababan de conocerse? ¿Y ya
supieron que estaban hechos el uno para
el otro? —exclamó encantada Eloisa
Houston, mirando con ojos brillantes a
Paula y a Pedro.
Habían pasado casi seis semanas de
los tres meses de prueba y aquella era la
primera vez que Paula acompañaba a
Pedro, que al día siguiente se iba a
Ontario por trabajo, a una cena de
negocios. Era una faceta de la vida de
esposa que le esperaba si aceptaba
seguir adelante con el matrimonio.
La pareja con la que habían salido a
cenar,Lorenzo y Eloisa Houston,
debían andar por los cincuenta y tantos,
y por el trato que les estaban dando
parecía que Pedro y ella fuesen de su
familia en vez de un socio de negocios y
la mujer con la que acababa de casarse y
a la que no conocían de nada.
Paula abrió la boca para responder a
Eloise, pero Pedro se le adelantó
con una sonrisa traviesa en los labios.
—Ninguno de los dos habíamos ido a
aquel casino buscando el amor ni nada
parecido —dijo—, pero empezamos a
hablar, y hablamos y hablamos... En fin,
una cosa llevó a la otra y... aquí estamos
—le pasó el brazo por los hombros a
Paula con ese aire algo posesivo que
hacía que se le llenara el estómago de
mariposas—. Y, si no, que te lo diga
Lorenzo, Eloisa: cuando se te presenta
una oportunidad única no debes dejarla
escapar. Por eso no perdí de vista a
Paula esa noche hasta que me aseguré
de que la tendría a mi lado durante el
resto de mi vida.
Eloisa se llevó una mano al pecho,
suspiró, e hizo un comentario sobre lo
romántica que era su historia.
Lorenzo cruzó una mirada divertida con
Pedro, y le prometió que miraría esos
números que Pedro había quedado en
enviarle al día siguiente.
La cena continuó durante un par de
horas más, y la conversación fue fluida y
entretenida.A Paula le dio la
impresión de que Pedro respetaba
profundamente a Lorenzo Houston y
disfrutaba de su compañía. Las risas que
se oían en su mesa eran cálidas y
sinceras, y al final de la velada sentía
que había hecho dos nuevos amigos.
Unos amigos que esperaba conservar
toda su vida, porque esperaba pasar el
resto de su vida junto a Pedro. Era lo
que quería, ya no tenía dudas, y daba las
gracias al destino por concederle una
segunda oportunidad.
Dejar a un lado sus temores era una
de las cosas más difíciles que había
hecho jamás, pero al darse cuenta de en
qué la estaban convirtiendo había
decidido que al menos tenía que
intentarlo.
Y, una vez que Pedro le había hecho
renunciar a intentar mantener el control
sobre la situación, se había dado cuenta
de que era agradable dejarse llevar y
vivir el momento. Era algo que nunca
antes se había permitido, y era casi
adictivo. Se sentía... libre. Y segura. Era
como si los cuentos de hadas fueran
posibles y aquel fuese el suyo propio.
Mientras los hombres iban a recoger
sus abrigos en el ropero, Eloisa tomó
las manos de Paula en las suyas y las
apretó afectuosamente.
—No sabes lo contentos que nos
sentimos de que Pedro te haya
encontrado. Tuvo una infancia difícil
con ese padre suyo, y se ha ganado a
pulso la felicidad que es evidente que
los dos compartís.
—Gracias, Eloisa.
La mujer sacudió la cabeza y exclamó
con una sonrisa:
—¡Y pensar que por muy poco todo
habría sido completamente distinto!
Paula ladeó la cabeza sin
comprender. Había acordado con
Pedro que no le contarían a nadie la
parte de su «historia de amor» en la que
ella se había despertado sin recordar
nada y había intentado marcharse, así
que no sabía a qué podía referirse
Eloisa.
—¿Quieres decir porque podríamos
no haber coincidido en Las Vegas? —
aventuró.
La sonrisa de Eloisa flaqueó, y
giró la cabeza hacia donde estaba
Pedro con su marido antes de volver a
mirarla. Sin embargo, fue solo un
instante, porque de inmediato volvió a
sonreír y contestó a Paula:
—Sí, por supuesto —le dio un abrazo
y le dijo en un susurro—: Nunca lo
había visto mirar a otra mujer como te
mira a ti. Salta a la vista que eres
especial para él —añadió antes de
soltarle las manos.
«Eres especial para él»... Paula
frunció ligeramente el ceño, confundida
por aquel instante de vacilación de
Eloisa y esas palabras. No, se estaba
volviendo paranoica. Estaba viendo
fantasmas donde no los había. Las
palabras de Eloisa únicamente
expresaban el cariño que sentía por
Pedro; quería verlo feliz. Por eso, le
contestó con un sincero:
—Así es como me hace sentir él:
especial.
En ese momento regresaron sus
maridos. Lorenzo ayudó a Eloisa a
ponerse el abrigo mientras Pedro la
ayudaba a ella con el suyo y se
despidieron en la puerta del restaurante,
intercambiando buenos deseos y la
promesa de otra cena muy pronto.
La velada había tocado a su fin, pero,
al mirar a Pedro y ver la sonrisa
seductora en sus labios, Paula supo que
para ellos dos la noche no había hecho
más que comenzar.
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Buenísimos! me encantaron! q bueno q Pau se dé esa oportunidad! Ahora me quedó la duda con lo q quiso decir Eloisa: ¡Y pensar que por muy poco todo
ResponderEliminarhabría sido completamente distinto! mmm ¿Guarda algo Pedro que todavía no sepamos?
muy bueno me encanto muy lindo , que bueno que paula se quiera quedar, que quiso decir eloisa? no esntendi eso
ResponderEliminarDivinos los 3 caps de hoy!!!!!
ResponderEliminarbuenísimos los capítulos,me encantaron.
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