martes, 4 de febrero de 2014
CAPITULO 37
Paula no había conseguido pegar ojo en
toda la noche. Le había ofrecido a
Pedro lo que le había estado pidiendo,
lo que había dicho que quería. Se había
ofrecido a él, le había ofrecido un futuro
juntos... y él la había rechazado.
No, no la había rechazado. Esa era la
conclusión a la que había llegado
después de todas esas horas en vela. Lo
había hecho para protegerla.
Pedro sentía que le había fallado la
noche en que se habían casado, y no
quería arriesgarse a dejar que tomara
una decisión tan monumental como
aquella si había la más mínima
posibilidad de que pudiera no estar
pensando con claridad.
No, no la había rechazado. Aquello
no era algo malo, era algo bueno, y
probaba una vez más que podía contar
con el hombre con el que se había
casado.
Una sonrisa afloró a sus labios
cuando lo oyó bajar por las escaleras.
Miró su reflejo en la puerta del
microondas, metió un mechón tras la
oreja y se pasó las manos por el
estómago en un intento desesperado por
calmar los nervios que lo atenazaban.
Tomó la jarra del café y sirvió un par
de tazas. Un segundo después Pedro
entraba en la cocina, vestido como un
dandi y perfectamente peinado. Le
dirigió una sonrisa y tomó una de las
tostadas con mantequilla que le había
puesto en un plato.
—No sabes cómo te lo agradezco —
le dijo antes de darle un mordisco a la
tostada—. Voy tarde.
Antes de que Paula pudiera siquiera
abrir la boca ya le había dado un beso
en la mejilla y se había bebido media
taza de café.
Llevándosela con él, se detuvo en la
puerta y miró la cafetera en la mano de
Paula y la tostada mordisqueada en la
suya.
Luego la miró a los ojos y ella supo
que se había dado cuenta de su falta de
delicadeza. Una sensación cálida disipó
el aturdimiento de Paula.
—Café y tostadas —le dijo con una
sonrisa.
Pedro dejó la taza en la encimera y
le dijo muy serio:
—Paula, respecto a lo de anoche...
quiero que sepas que me alegro de que
te sientas preparada para comprometerte
con lo nuestro. Anoche me preguntaste si
no era lo que yo quería, y sí que lo es.
Me siento muy halagado de que confíes
en mí.
Sin embargo, algo en la expresión de
su rostro le decía que no estaba siendo
sincero y su tono sonaba tenso. A Paula
el estómago le dio un vuelco.
—No comprendo... —murmuró con
voz quebrada y suplicante antes de
poder refrenar sus palabras, proteger su
orgullo—. A pesar de tus palabras
parece como si me estuvieses diciendo
todo lo contrario, como si no te
alegrases de verdad.
Como si los temores y las
preocupaciones que no le habían dejado
conciliar el sueño la noche pasada
estuviesen más justificados de lo que se
había permitido creer.
Pedro dejó la tostada junto a la taza
para ir junto a ella y le puso las manos
en los hombros.
—Sí que me alegro, pero es que
cuanto más lo pienso, más importante me
parece que esperes a que acaben los tres
meses de prueba para tomar una
decisión.
Ella escrutó sus ojos, negándose a
derramar las lágrimas que inundaban los
suyos.
—¿Por qué? Antes estabas tan
seguro... No tenías ni una sola duda.
—Por mi parte no tengo ninguna,
Paula, pero en lo que respecta a ti...
Mira, sé lo bien que encajarías en mi
vida, pero no estoy seguro del todo de
que hayas tenido aún suficiente tiempo
para ver si yo encajaría en la tuya.
Paula sacudió la cabeza.
—¿Cómo puedes decir eso? Ya han
pasado dos meses desde que...
—El primero no cuenta. Tómate dos
más. Asegúrate de que esto es lo que
quieres —la besó en la frente y dejó
caer las manos antes de cambiar de
tema, como si hubiesen estado hablando
del tiempo—. Hoy tengo una reunión que
seguramente se alargará hasta tarde, y
mañana a primera hora tengo otra, así
que no me esperes levantada.
Probablemente me quede frito en mi
despacho.
Y, dicho eso, se marchó.
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nooo pero una ves que ella dice que si el duda no no y no me esta cargando jajja besos me gustaron los cap espero el siguiente
ResponderEliminarbuenísimos los capítulos,seguí subiendo.
ResponderEliminarMuy buenos capítulos!!
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